lunes, 4 de junio de 2007

Alma en pena

El alma en pena camina, vaga, no piensa, solo actúa. Recorre los caminos de un antiquísimo bosque. Esta alma se despetrifica de su letargo solo con la falta de luz solar, es decir, en los momentos grises o cundo las noches se ven iluminadas por la austrera luz metálica de la luna. Su boca recita versos de amor de alguien a quien añora , pero no recuerda ya de su existencia. Pasan los siglos y sigue allí en la lucha cósmica entra la materia y la antimateria. Descansa en columnas griegas caídas, antiguos monumentos de su gran imperio y de su misma vida. Los únicos testigos de su existencia son esos magníficos, pero tétricos árboles, inmutables de por si a cualquier reacción de su único huésped. Su viaje solitario hacia el todo y a la nada continúa, allí en ese bosque propio de su muerto corazón.

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